viernes, 6 de julio de 2007

NO SE ME IMPORTA UN PITO...


Vuelvo a publicar despues de mucho tiempo en este blog, recuperando el texto que insufló sentido a este espacio. Ante las numerosas peticiones y dudas al respecto, os presento el poema escrito por Oliverio Girondo en su libro "espantapajaros" que publicó en 1932. Sin duda espero que disfruteis con su lectura y que dejeis vuestros comentarios, sobre el poema. A mi me parece sencillamente genial.


No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No me seas pelotudo.

Anónimo dijo...

Me encanta el uso del poema en cuánto al verdadero amor, entiendo yo.. que cuando uno está de verdad ensimismado, se encuentra en las nubes la mayoría del tiempo, sintiendose libre y ligero como un pájaro.

La forma de expresarlo es muy dinámica y original.

Has escojido un gran poema..

Ahora me gustaría ver el análisis de Vane o Migue, los entendidos y ya profesionales del mundo literario ;-)

Besos miles

Anónimo dijo...

Me ha encantado el poema, no lo conocía, además has aclarado así perfectamente el título del blog, así ya lo entiendo. El comentario de texto lo dejo para los entendidos como dice nebluna, desde mi humilde opinión me ha parecido muy original la forma de comparar lo que se siente cuando estás enamorad@ con la sensación de volar, de no sentirse la gravedad, no sentirse pesado, genial...un beso.

Anónimo dijo...

Me encantaría que te identificaras "anónimo".