Me pongo a escribir sobre el reencuentro del pasado sábado 5 de Mayo y no sé por donde empezar. Las emociones sentidas se agolpan en mi mente queriendo seguir vivas y no pasar tan pronto al lugar de los recuerdos que en ella hay reservada. Quieren seguir siendo presente, no pasado.
Puedo decir, que como todas las cosas buenas, me supo a poco. Pero esto no debe significar algo negativo, sino que nos debe de servir como acicate para seguir teniendo la ilusión del reencuentro con nuestro querido Colegio Aljarafe en próximas ocasiones.
El tiempo...ese concepto de tan difícil comprensión y tan presente en nuestras vidas, fue una constante en el encuentro. El tiempo que estuve de nuevo en el Aljarafe, lo fui desmenuzando y saboreando poco a poco, largamente, a sorbos, como si del mejor vino se tratara.
Cada momento, cada gesto, cada mirada, cada palabra, cada abrazo, cada olor, cada caricia, se convirtieron en intersticios de tiempo que nos hicieron viajar en el tiempo y sentir de nuevo emociones que pensábamos perdidas. Y entre risas y recuerdos empezó a surgir la magia...
Podía notar de una forma muy real el olor que salía del comedor, el olor a tempera de los murales y el olor a libro viejo y plastilina de las clases. Olores y recuerdos de “aquellas pequeñas cosas” (parafraseando a Serrat) que han conformado nuestra infancia, nuestro recuerdo, nuestra personalidad.
Llevaba mucho tiempo esperando esta fecha. La tenía marcada en mi calendario de forma muy especial, pues eran muchas las ilusiones y expectativas que en mí generaban el reencuentro. Pero resultó que el día antes amanecí con una faringitis que me provocó algunas décimas de fiebre y un fuerte dolor de garganta. Pero no estaba dispuesto a perderme esta cita por nada del mundo. El dolor pronto desapareció y mi garganta aguantó estoicamente las conversaciones, risas y debates de la reunión.
Como consecuencia de este esfuerzo llevo dos días con la voz rota. No podía ser de otra manera. Recordando y aludiendo así con mi ronquera las llegadas de las excursiones, donde nos dejábamos cada trocito de garganta, en cada kilómetro recorrido, cantando sin parar, dejando el último hilo de voz, para contar en casa lo bien que lo habíamos pasado una vez mas.
Fue una alegría muy grande volver a encontrarnos, hablar de tiempos pasados y presentes y sobre todo, recordar con satisfacción, que hay cosas y personas que no han cambiado.
Destacar las ausencias. En especial a mi gran amigo Daniel Ceberino, que me comentaron que no pudo venir “porque vive en Texas, siendo un prestigioso astrofísico que trabaja en el observatorio astronómico de esta ciudad, uno de los más importantes del mundo” En su currículo supongo que tendrá puesto que en tercero de EGB, lo elegimos para que fuese el afortunado que participara en el programa de Javier Sardá, si, si, el de los gallifantes.
Durante la fiesta y conforme hablaba con unos y con otros me preguntaba qué era lo que tenía de especial el Colegio Aljarafe para que muchos años después estuvieran reunidos allí gente tan diversa, de generaciones tan distantes en el tiempo pero con una conciencia y orgullo tan fuerte de haber pertenecido al Aljarafe, mejor dicho de seguir perteneciendo. Muchas respuestas puede tener esta pregunta, a la que todos podríamos contestar largamente. Pero una sola palabra, a mi entender, podría contestarla: Amistad. La amistad en su concepto mas amplio y todo lo que se deriva de ella, cuestiones como la solidaridad, la igualdad y la fraternidad entre alumnos, entre alumnos y profesores, entre profesores y alumnos. Esta palabra es la que ha vertebrado y ha hecho posible este Aljarafe.
Quiero dar las gracias. Por este colegio, por estos compañeros, por estos profesores, por ser como sois. Dar las gracias a los impulsores de este encuentro y a los promotores de la asociación de antiguos alumnos. Pero especialmente quiero darle las gracias a Paco, a Paco Gracia, ese hombre pegado a un Ducados. Gracias Paco, por ser como eres, por los buenísimos años que nos hiciste pasar siendo tutor nuestro en 6º, 7º y 8º. Te queremos Paco! Mandarles un saludo especial a toda la generación del 78(saludos para Alfonso Bermejo que vino desde Granada con su mujer y su hija recién nacida y a los del 75 ) y en especial a Jose Julio Rivera, por seguir manteniendo su timidez y candidez, a Lidia por seguir manteniendo su belleza y su disfraz de las mil y una noches, a Silvia Luque por su rebosante simpatía y emocionado abrazo, a Borja, a Víctor, a Rafa Travé, a Aixa y a tantos...
Emocionante y sentido fue el discurso de Antonia aludiendo a la esencia del Aljarafe y a la voluntad de seguir formando personas. Ánimo.
Triste fue la despedida sin duda. Bueno, fue sólo un hasta luego, espero, pero nadie quería que aquellos momentos terminaran. Y como si de una metáfora poética se tratara, al final el cielo se oscureció y derramó algunas gotas de lluvia sobre el Aljarafe, alegorizando así a las lágrimas que estuvieron contenidas en muchos de nosotros a lo largo de toda la jornada. Enhorabuena a todos.
Gracias.
Germán Martín Martín.